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Mostrando entradas de 2012

Perfil de la perfecta "hetero-flexible"

Dejando las cosas a medias.com, presenta: un instructivo manual acerca de las "hetero-flexibles", las "solo-estaba-probando" o, como a mi me gusta llamarlas: "las calienta-sopas". Porque piden sopa, te piden que la calientes y la prepares para luego no tomarla (eso dicen los chilenos). Todas conocemos a alguna.Todas hemos sentido el cálido deseo de esas mujeres que están fabricadas por qué sé yo qué Diosa del amor desenfrenado, latiendo en su cuerpo y apoderándose de nuestras constantes vitales, para hacernos bailar a su son. Mecen sus caderas como si la cosa no fuera con ellas, inocentes, disfrazadas de amistad pura y casta como Leticia. Para luego, cuando tímidamente nos atrevemos a deslizarnos hacia ellas, a acercarnos a los dos metros que nuestro rubor nos permite, llega la tragedia. "Uy, no sé... debiste confundirte, si eres mi mejor amiga." Si el problema no es que te pueda llegar a gustar una mujer difícil, inalcanzable. Yo sé q

Tú lo que necesitas es una buena...

Y salimos una noche a un local de ambiente, uno de esos lugares en los que no tienes que buscar una calle vacía para darle un beso a tu pareja. 100 % libre de nazis. Bailamos como siempre nos hubiera gustado en cualquier pub normal, con carantoñas y demás. La música alta y las bebida hace que aunque estés disfrutando de la noche de marcha quieras volver pronto a casa, pero esa es la gracia. Fingimos no conocernos un rato, me siento sobre la barra y entre risas, ponemos en práctica el juego del cortejo lésbico en un pub de ambiente. Bebemos un par de cervezas, nos echamos un par de copas en el cuerpo y reímos sin parar. "¿Vienes mucho por aquí?", "No mucho, la verdad, es mi primera vez". "Y ¿Fumas?", "No, la verdad es que no." "Pues ya me he quedado sin excusa para ligar contigo". Algunas somos más originales que otras, aunque realmente hay de todo. Nunca tuve la oportunidad de probar el salir una noche y hacer un estudio, pero lo c

normalidad

Se abre el telón y aparece una pequeña Sheikah de quince años hablando con una amiga. La pequeña Sheikah se sonroja, pues la amiga ha sonreído y ella no para de mirar sus labios embobada, con el vaivén de su conversación, de la que hace ya tiempo se ha perdido. Aquella noche duermen juntas y ninguna de las dos puede pegar ojo, Sheikah mira al techo y se pregunta por qué decidió fijarse en la forma de su cara y el aleteo de sus pestañas en lugar de los líos del tío que le gusta a su amiga. Hecha un lío, con un sentimiento de culpa y una pizca de auto repulsión por plantearse plantarle un beso y secarle las lágrimas su amiga y ya de paso salirse de lo establecido por la sociedad. ¿Qué ha pasado? ¿En qué momento se me escapó que me gustaban las chicas?  Diez años después, con mi mujer al lado viendo la tele, el niño acostado y metida en estas redes sociales, ya vamos haciendo entrar en razón a mi madre, que hasta nos ha invitado a comer a casa un par de veces...habla conmigo en un

En la Universidad

La primavera florecía entre los árboles del paseo universitario, el polen entraba en los corazones revolucionados de profesores y alumnos de forma furtiva, enloqueciéndonos a todos con esa chispa que solo el preverano es capaz de despertar. Las ventanas estaban recubiertas con esas celosías de cemento que todos los filólogos y periodistas valencianos conocen. Y yo me encontraba en una de esas tediosas clases que bien saben los Dioses, por qué solo a mi me interesaba la hermeneútica y el círculo lingüístico de Praga. Escuchaba al profesor de Teoría de la Literatura, famoso en todo el Campus por su forma de desviarse del temario con tórridas aventuras y desventuras de su juventud. Así me encontraba cuando J.L. Halcó comenzó con su aleatorio "a mi me pone María Teresa Campos... tiene un puntito sado que me encanta..." pasando por su "pues yo me saqué el carné de conducir solo para salir a ver las estrellas con mis ligues..." y un "copien ustedes el siguiente

Bandera blanca

Me hubiera encantado que esta entrada fuera de nuevo una tórrida brisa de verano, para hacer las delicias de los más exigentes, pero hay días en los que simplemente algunas queremos enredarnos en una sábana blanca por bandera, que nos defienda del mundanal ruido de las redes de araña que nos atrapan cada día. Así pues, hay días en los que las lágrimas invaden inesperadamente tus ojos, sin saber muy bien de dónde salieron, cuando las heridas ya parecían curadas. Una abre una ventanita y lee entre líneas, abre de nuevo y por más que espera la brisa de verano solo se encuentra con un gélido aliento siberiano. Y es que el océano es así, cuando las corrientes vienen encabritadas no pueden traer más que naufragios. Menos mal que me quedaba una bandera blanca en la refugiarme, cuando ya me tenía por buscadora de tesoros, de los pedacitos que saltaron por todas partes, me encuentro con una última estocada. Y a volver a enfrentarse a las olas, a la tormenta, a las astillas de este barco que ha

Una noche de Febrero

Quédate. Y finalmente me quedé, envuelta en el calor de sus brazos, mecida por las olas de sus sábanas. Me quedé, presa de un miedo que temía por la propia perfección de nuestros cuerpos volando al compás de sus gemidos. Cerró la puerta mirándome fijamente y después volvió a mis labios. Aquella locura sin nombre hacía que sus manos se apresuraran hacia las capas que me cubrían, como si mi cuerpo quisiera esconderse ante la evidencia de que no habría más piel que su pecho sobre el mio, ni verdad más verdadera que el corazón desbocado con el estallido del universo entre mis manos. Solté la pesada maleta, que se quejó por última vez aquella noche, cayéndo absolutamente muda al suelo. "Soy una dama de buenas formas, eso soy, una buena chica que toma el té a las cinco, como las niñas bien. Realmente no debería continar por ahí..." pero ¿quién sería capaz de decirles a mis manos que solataran su regalo más deseado? Reclamamos la cama como territorio propio, pero no sin que ella an

La amiga exótica

Ana y yo estamos tumbadas en la cama, a punto de cerrar los ojos, con la modorra de las tantas de la madrugada. Sus manos cominenzan a deslizarse por mi cadera, despacio...mi boca se entreabre y dejo salir de ella un suspiro. Mi cuerpo se relaja y dejo que ella comience con las labores de costura, con bordados y pasamanería sobre mi pecho. Posa sus labios sobre mis orejas, besa cada rincón de mi cuello y me susurra: "Cielo, ¿sabes que algún día tus amigos te preguntarán qué hacemos en la cama?". La miro y levanto una ceja, me pongo a recordar esos momentos aislados, en los que una amiga determinada me pregunta cosas del estílo. "Cariño, eso ya ha pasado y no ha sido para tanto." Le respondo tranquila. "No, no, yo me refiero al grupo entero de tus amigos" contesta velozmente "ahora eres la amiga exótica, cuenta con que un día cualquiera, tomando café, todos tus amigos se pongan a hablar de sexo. Llegará tu turno y esperarán que digas algo, se te queda